LA CASA QUE OBSESIONÓ AL MUNDO

 

No fueron fantasmas, fue algo peor.


Se convirtió gracias al cine en la casa encantada más famosa del mundo, pero el libro ‘El caso Amityville’ señala irregularidades e incongruencias del proceso judicial en torno a una de las matanzas más célebres de EE UU: no hubo espíritus, pero sí mafia, drogas y violencia doméstica.

Son las 3:15 de la madrugada del 13 de noviembre de 1974. Un joven de 23 años, Ronald DeFeo, Jr. (más conocido como Butch), se levanta y, rifle en mano, ejecuta a su familia al completo: sus padres y sus cuatro hermanos. Todos mueren boca abajo en la cama, como si ninguno se hubiese despertado con los disparos, y sin haber sido drogados. Como si una fuerza sobrenatural hubiera silenciado, de algún modo, el rifle y mantenido a las seis víctimas en un extraño trance hasta la llegada de su fatal destino. Así comienzan buena parte de las más de 30 películas de terror inspiradas en el parricidio de la localidad neoyorquina de Amityville —desde la original y más famosa de todas ellas, Terror en Amityville (1979)— , para después narrar cómo otra familia se muda a esa casa y comienza a experimentar fenómenos paranormales. Estas películas con frecuencia llevan un rótulo de “Inspirada en hechos reales” porque, sorprendentemente, tienen algo a lo que remitirse: la sentencia judicial del caso, dictada en 1975, que no hizo mención a ningún espíritu maligno pero consideró plausible este relato.




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